Antes de averiguar cuál es el método que conviene al estudio de los hechos sociales, importa saber cuáles son los hechos a los que damos ese nombre.
Se emplea de ordinario para designar más o menos a todos los fenómenos que se desarrollan en el interior de la sociedad, siempre que presenten, con cierta generalización, algún interés social; en este sentido puede decirse que no hay acontecimientos humanos que no puedan llamarse sociales. Cada individuo bebe, duerme, come, razona y a la sociedad le interesa que dichas funciones se ejerzan en forma regular. Por lo tanto, siesos hechos fueran sociales, la sociología no tendría objeto propio y su campo se confundiría con el de la biología y la psicología. Pero, en realidad, todas las sociedades tienen un grupo determinado de fenómenos que se distinguen de otras ciencias de la naturaleza.
Un orden de hechos consiste en modos de actuar, de pensar y de sentir que existen fuera de las conciencias individuales. Estos tipos de conducta o de pensamiento no son sólo exteriores al individuo, sino que están dotados de un poder imperativo y coercitivo en virtud del cual se imponen a él, lo quiera o no. Además no pueden confundirse con los fenómenos orgánicos, puesto que consisten en representaciones y en actos; ni con los fenómenos psíquicos, los cuales sólo existen dentro de la conciencia individual y por ella. Constituyen, pues, una nueva especie y a ellos debe darse y reservarse el calificativo de sociales; porque la palabra social, tiene un significado concreto , a condición de que designe únicamente fenómenos que no corresponden a ninguna de las categorías de hechos ya constituidas y denominadas. Constituyen, el campo propio de la sociología. Es verdad que la palabra coacción, con la cual definimos, corre el riesgo de asustar a los celosos partidarios del individualismo absoluto. Hoy día es indiscutible que la mayoría de nuestras ideas y nuestras tendencias no son elaboradas por nosotros, sino que nos llegan desde fuera, sólo pueden penetrar en nosotros imponiéndose: y eso es todo lo que significa nuestra definición. Además, ya se sabe que no todas las coacciones sociales excluyen necesariamente la personalidad individual.
Pero hay otros hechos que, sin presentar estas formas cristalizadas, tienen la misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo. Esto es a lo que le llamamos las corrientes sociales.
Somos entonces juguetes de una ilusión que nos hace creer que hemos elaborado nosotros mismos lo que se nos impone desde fuera. Por ejemplo, podemos confirmar mediante una experiencia característica, esta definición de hecho social: basta observar la forma en que se educa a los niños. Cuando se observan los hechos tal como son y como han sido siempre, salta a la vista que toda educación consiste en un esfuerzo continuo por imponer al niño formas deber, de sentir y de actuar a los cuales no llegaría espontáneamente. Desde los primeros momentos de su vida lo obligamos a comer, a beber, a dormir a horas regulares, lo coaccionamos a la limpieza, tranquilidad, obediencia; más tarde, lo obligamos a que aprenda a tener en cuenta al prójimo, a respetar los usos, las convivencias, le imponemos el trabajo, etc. Si con el tiempo dejan de sentir esta coacción, es porque poco a poco engendra hábitos. Ahora bien la educación tiene justamente por objeto construir al ser social; por ellos puede verse, como un resumen, de qué modo se ha constituido dicho ser en el curso de la historia. La constante que el niño padece es la presión misma del medio social que tiene a moderarlo a su imagen y del cual los padres y maestros no son más que representantes e intermediarios.
Un pensamiento que se encuentra en todas las conciencias, un movimiento que repiten todos los individuos no por ello son hechos sociales. Si nos hemos contentado con ese aspecto para definirlos, es porque se les ha confundido, con lo que podríamos llamar sus encarnaciones individuales.
La costumbre colectiva no existe solamente en estado de inmanencia en los actos sucesivos que determina, sino que, por el privilegio del que no encontramos ejemplo en el reino biológico. Otros ejemplos de hechos sociales: matrimonio, una natalidad más o menos alta, el suicidio.
Un hecho social se reconoce gracias al poder de coacción exterior que ejerce o que es susceptible de ejercer sobre los individuos; y la presencia de dicho poder es reconocida a su vez, bien por la existencia de alguna sanción determinada o bien por la resistencia que le lleva a oponerse a toda empresa individual que tienda a violentarlo. Se puede definir también, por la difusión que presenta en el interior del grupo, con tal que, de acuerdo con las observaciones que anteceden, se tenga cuidado de añadir como segunda y esencial característica aquella que existe independientemente de las formas individuales que adopta al difundirse. En efecto, la coacción es fácil de comprobar cuando se traduce en el exterior por alguna reacción directa de la sociedad, como en el caso del derecho, la moral, las creencias, los usos, las modas mismas. Pero cuando es solo indirecta, como la que ejerce una organización económica, no se deja percibir siempre con tanta claridad.
Los anteriores han proporcionado su base de modos de hacer ,pero también hay modos de ser colectivos, es decir, hechos sociales de orden anatómico o morfológico. La sociología no puede desinteresarse de lo que concierne al sustrato de la vida colectiva.
Finalmente, nuestra definición abarcará todo lo definido si decimos: un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer sobre el individuo coacción exterior; o también, el que es general en la extensión de una sociedad determinada teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.
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